El cultivo tiene su origen en China y era considerado como símbolo de vida e inmortalidad. Fruto carnoso, con endocarpo de hueso que recubre la semilla y epidermis delgada. Entre sus variedades se encuentra el criollo amarillo, el dorado, el rey negro, el rubidoux, el diamante y el Horvin. Los anteriores crecen entre los 1800 a 2800 msnm, lo único que varía son su color y tamaño. Sus variedades se adaptan a diferentes climas, desde frío hasta cálido y pueden llegar a tener un rendimiento de 10 y 18 toneladas por hectárea (UNAD, 2013). Boyacá es el departamento que cuenta con mayor área de producción, registrando así en 2017 una producción de 1071 hectáreas. Por otro lado, Norte de Santander y Huila cuentan con el segundo y tercer lugar, donde se registró 790 hectáreas y 554 hectáreas de siembra respectivamente (Agronet, 2017).
Durazno.
Sensitiva.
Dormilona.
Vergonzosa.
Nometoques.
Moriviví.
Adormidera.
Aja muni.
Prunus persicae.
Rosaceae.
Alimenticio: Especies para consumo humano.
Rituales para poder hacer uso de alguna tierra.
“Se aumenta el contenido de materia orgánica y favorece las propiedades químicas, físicas y biológicas del suelo en el momento del rastraje del cultivo” (Patricio, 2017, p.43).
Se cuenta que:
“Para pedir permiso a los espíritus y poder quemar la roza o el lote de terreno que utilizarán para sembrar maíz, se mezclan las semillas de maíz con mejicano (Cucurbita ficifolia Bouché) y frijol común (Phaseolus vulgaris L.). Para sembrar maíz se revuelven las semillas con las siguientes plantas indicadas por el médico tradicional: desgranadera (Kholeria sp.), durazno (Prunus malus L.), higuillo (Carica pubescens), achira (Canna edulis Ker.), lechero (Euphorbia latazi), verdologa (Talium sp.) y arracacha (Arracacia xanthrorrhiza). Y al terminar con plantas frescas: achira (Canna sp.) y lechero (Euphorbia sp.).” (Sanabria y Villamar, 2015).
El cultivo tiene su origen en China y era considerado como símbolo de vida e inmortalidad. Fruto carnoso, con endocarpo de hueso que recubre la semilla y epidermis delgada. Entre sus variedades se encuentra el criollo amarillo, el dorado, el rey negro, el rubidoux, el diamante y el Horvin. Los anteriores crecen entre los 1800 a 2800 msnm, lo único que varía son su color y tamaño. Sus variedades se adaptan a diferentes climas, desde frío hasta cálido y pueden llegar a tener un rendimiento de 10 y 18 toneladas por hectárea (UNAD, 2013).
En cuanto al manejo de la cosecha, se utiliza el método de poda, este con el fin de formar el árbol para que pueda soportar la producción y facilite la cosecha y otras labores culturales como raleo, entre otras. El raleo es una práctica que se realiza en donde se eliminan algunos frutos de la planta para que los que queden restantes tengan una mayor producción y haya un aprovechamiento máximo del producto. Adicionalmente, es necesario que los frutos tengan entre 25 a 30 hojas para su óptimo desarrollo y alberguen distancias de 15 a 25 cm entre sus frutos (UNAD, 2013). Finalmente, Boyacá es el departamento que cuenta con mayor área de producción, registrando así en 2017 una producción de 1071 hectáreas. Por otro lado, Norte de Santander y Huila cuentan con el segundo y tercer lugar, donde se registró 790 hectáreas y 554 hectáreas de siembra respectivamente (Agronet, 2017).
Dulce de durazno con pasas
Durazno: Prunus persicae, Boyacá, Santander y Huila.
Azúcar: Saccharum officinarum. Valle del Cauca, Cauca y Risaralda.
Pasas: Vitis vinífera, Boyacá, Huila y Valle del Cauca
(Afanador, 1976).
Compotas de durazno
Duraznos: Prunus persicae, Boyacá, Santander y Huila.
Azúcar: Saccharum officinarum. Valle del Cauca, Cauca y Risaralda.
Mantequilla: No aplica, Boyacá, Nariño, Cundinamarca y Antioquia.
Huevos: Gallus Gallus, El Valle y Cauca.
Bizcochuelo: No aplica.
Vino: Vitis vinífera, Boyacá, Huila y Valle del Cauca
Canela: Cinnamomum verum, Putumayo.
(Afanador, 1976).
Para estas preparaciones se realiza la técnica de almíbar, en donde se cocina lentamente la mezcla de los duraznos con el azúcar hasta tener una consistencia espesa, brillante y ligera, la diferencia entre las dos es que en la compota se realiza una adición de huevo, mantequilla y bizcochuelo a la preparación para emulsionar y crear un postre más esponjoso y suave. En estas, se utiliza sólo una olla como utensilio para obtener el resultado final. (Afanador, 1976).