Este tipo de insecto, perteneciente a la familia Formicidae, está distribuido en el continente americano desde el sur de Estados Unidos hasta Argentina. Son hormigas que, generalmente, viven en cuevas bajo tierra para soportar las condiciones climáticas, por lo que su observación puede llegar a complicarse. Sus colonias están integradas por un gran número de hormigas obreras, caracterizadas por una tolerancia ecológica alta, pues, son capaces de establecer hábitats en bosques húmedos y secos con diversos tipos de altitud que van desde el nivel del mar hasta los 3000 msnm (Wetterer & Snelling, 2015). La hormiga nómada es de color rojo, tiene un rostro liso y brillante, mesosoma compacto (ventral), parte frontal más corta que el propodeo (posterior) y un pecíolo (conexión entre el mesosoma y el gáster) con una cresta prominente (Castillo et al., 2014). Su alimentación está basada en los huevos o crías de otras especies de hormigas y en los desechos alimenticios, para lo cual, se desplazan en grandes grupos (millares), realizando una selección específica del área de forrajeo, como parte de su comportamiento nómada. Para esta elección del territorio, la hormiga legionaria se asegura de no volver a cazar en zonas recientemente usadas por ellas y no cruzar áreas exploradas por otras hormigas (Franks & Fletcher, 1983).
Hormiga nómada.
Hormiga legionaria.
Labidus coecus.
Formicidae.
Alimento animal.
Plaguicida.
Además de ser parte de las cadenas tróficas de alimentación, estas hormigas aportan en el desarrollo de los ecosistemas al defoliar árboles, criar áfidos y cultivar hongos (Escárraga & Guerrero, 2014).
La hormiga representa una parte importante de la cultura colombiana, evidente en dos casos específicos. En primer lugar, en el Valle del Guamuez, departamento del Putumayo, hacen a este pequeño insecto partícipe de su escudo, como “La hormiga de oro”, para simbolizar el trabajo, fuerza, constancia y perseverancia de la población de este municipio (Alcaldía de Valle del Guamuez, 2016).
Por otro lado, las hormigas culonas son uno de los símbolos colombianos más conocidos a nivel nacional e internacional, no sólo gastronómicamente, sino también por sus propiedades afrodisíacas y analgésicas. Hace 500 años, los indígenas guane aprendieron a consumirlas y a defenderse de las picadas de los machos, estableciendo la costumbre de capturar y cocinar vivas a las hembras, caracterizadas por tener un trasero de gran tamaño cargado de huevos. En el momento que estas salen de sus hormigueros en los valles de San Gil, Curití, Villanueva, Barichara y Guane para aparearse, son capturadas y tostadas, para que puedan ser parte de la oferta gastronómica tradicional santandereana (Arenas, s.f.).
Las hormigas nómadas participan dentro de la cadena trófica de algunos animales al ser fuente de alimentación de aves, mamíferos y artrópodos. Por otro lado, estos insectos cumplen el rol de plaguicidas, protegiendo las plantas de cualquier otra especie de las mismas que intente crecer en la zona cercana; como es el caso de la planta Duroia hirsuta, una especie endémica del bosque húmedo del Amazonas también conocida como “los jardines del diablo” por los pueblos nativos (Escárraga & Guerrero, 2014).